¡Feliz cumpleaños, Cristina!
Hoy cumple 74 años la primera persona de nacionalidad española que entró a
formar parte de la agencia Magnum Photos.
Cristina García Rodero, todo un referente de la fotografía española de las
últimas décadas.
Es la fotógrafa del folclore y los festivales tradicionales de la España del
siglo XX. Uno de los máximos exponentes del documentalismo español.
Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y primera
mujer nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La
Mancha.
Cristina García Rodero nació en Puertollano (Ciudad Real) el 14 de octubre de 1949 en una familia numerosa. Tiene seis hermanos y desde bien pequeña destacó en danza, pintura y dibujo.
A los 16 años se compró su primera cámara de fotos, en Ceuta.
«Aquello me interesaba. Recuerdo mi primer reportaje, en Puertollano. Se llamaba ‘El día del voto’. Yo creo que empecé a fijarme en la fotografía por aquellas revistas de moda francesas, como Marie Claire, Elle… que llegaban al Puertollano de los años 50, donde no había nada. Me llamaba mucho la atención la hermosura de aquellas imágenes», recuerda Cristina.
A los 19 años (1968) empezó a estudiar Bellas Artes en la Universidad
Complutense. El famoso pintor Antonio López fue su primer profesor.
Al año siguiente se compró una réflex y descubrió el laboratorio. Un compañero
del colegio mayor le animaba tanto a ella como a su hermana (también pintora y
fotógrafa) a presentarse a concursos y con los pequeños premios que ganaban, compraban objetivos.
En 1973 consiguió la beca que ofrecía la Fundación March,
para reflejar en fotos las fiestas de los pueblos de España. Ganar aquella beca
supuso empezar a trabajar en su gran proyecto que le ha dado fama
internacional: ‘España Oculta’.
Con el dinero de la beca empezó a recorrer España, de pueblo en pueblo. Los primeros ocho años en autobús, pues no tenía carné de conducir. Y a partir de 1981 con su propio coche, lo que le facilitó mucho la labor logística…
«En 1981, con una beca del Ministerio de Cultura, me pude comprar medio coche,
un Simca 1200 blanco. Me compré ese modelo porque podía abatir el asiento y
poner un colchón de gomaespuma para dormir en él.
No es fácil encontrar en
zonas muy pobres hotel o pensión para dormir. Con él, pude llegar a hacer 113
reportajes en un año, antes hacía 50 por año. Tenía el sueño de hacer mi libro.
No era un libro de encargo. Era la obra que yo tenía que tener, igual que un
pintor tiene que tener su obra, o un escritor, libros.
Estaba con una beca,
sola y no en muy buenas condiciones. Quería dar una visión de España, luego esa
visión se concentró en las fiestas.
Para el libro he llegado a tener 130.000
fotogramas (no fotos) en blanco y negro y algo más de 100.000 diapositivas en
color. Tenía que elegir una foto entre mil. Decir sí a una y no a 999
fotografías, era tremendo. Me acordaba de la gente, de la situación tan bonita
en que se había producido tal o cual fotografía y me dolía el corazón».
En algunos pueblos era la primera fotógrafa en llegar. Eso, unido a que era mujer y menuda, le ayudó a que los fotografiados confiaran en ella y se dejaran fotografiar.
«Es la buena relación que se crea con la gente lo que me posibilita hacer las
fotografías. Si yo no tuviera la relación que tengo con la gente, el juego que
se crea, la complacencia, no podría hacer las fotografías».
Pero
no todo fue fácil.
Era una época en la que, por supuesto, no había Internet.
Obtenía la información a cuentagotas. Llamando a los párrocos de las iglesias,
a las tabernas… y como última opción a los cuarteles de la Guardia Civil de las
localidades que se disponía a visitar, para saber las fechas, horas y lugares
exactos en los que se debía acudir cámara en mano.
Y allí que se presentaba
como “forastera”, en los pueblos de una España en la que una mujer llegara a un
bar de un pueblo preguntando por las fiestas suponía ser tachada de chica
fácil, como suele contar.
Se las ingeniaba para dormir en casas de vecinos,
pues en muchos pueblos no había siquiera hostales. Y se metía en el epicentro
de las fiestas, procesiones y corridas de toros.
Dos años después de lograr la beca, en 1974, empezó a dar clases de dibujo en
la escuela de Artes y oficios de Madrid, en sustitución de su profesor.
Mientras, estudiaba fotografía por las noches, pero esto no le permitía acceder
a las ampliadoras y ella misma revelaba sus propias fotos.
Mientras continuaba con su proyecto, en 1983, empezó a impartir clases de fotografía en la facultad de Bellas Artes de la Complutense de Madrid, labor que desempeñó hasta 2007.
En 1984 obtuvo la cátedra de Fotografía.
En 1985 recibió el Premio Planeta de Fotografía, al conjunto de su obra.
En 1989, a sus 40 años, publicó su libro más famoso, en el que llevaba 15 años
trabajando: ‘España Oculta’, por el cual obtuvo numerosos premios, entre ellos
el premio Eugene Smith. En él retrata “un país que salía de 40 años de
oscuridad y que cambiaba muy muy rápido.
En 1990, fue elegida por la revista Life como uno de los 121 mejores fotógrafos
del mundo.
En 1991, expuso en el Internacional Center of Photography de Nueva York, junto
a Cristóbal Hara, Fernando Herraez, Koldo Chamorro y Ramón
Zabalza. La exposición se llamaba ‘La España que desaparece’ y reflejaba las
tradiciones enraizadas en el pasado a través del trabajo de quince fotógrafos
que viajaron por toda España para fotografiar rituales y costumbres
ancestrales.
En 1996, fue Premio Nacional de Fotografía.
En 1997, empezó a fotografiar Cuba y Haití.
De Cuba todavía no ha publicado ningún libro, pero sí de Haití, adonde viajó en numerosas ocasiones durante cuatro años.
Fue contratada tanto por la UNESCO como por Médicos sin Fronteras para hacer los registros fotográficos de sus actividades en distintas zonas del mundo, y de ahí surgen sus incursiones a Bosnia y Sarajevo.
En 1999, con 50 años, viajó a la guerra de Kosovo con el fotoperiodista de guerra Gervasio Sánchez.
En el año 2005 comenzó el proceso de admisión a Magnum y en el año 2009 entró en Magnum por mayoría secreta. Nunca antes un español lo había logrado.
Cristina comenta: “Me ha encantado que me hayan aceptado, primero por ser mujer, segundo por la edad que tengo y tercero por entender mi fotografía, que es la fotografía de lo cotidiano".
En marzo de 2012 le hizo la fotografía de la polémica al expresidente del congreso Manuel Marín, el único no pintado de toda la historia de España.
Ese mismo año también fotografió a la Familia Real con motivo del 40º aniversario de la Reina Letizia.
En 2013, fue elegida como la cuarta mujer académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la que se formó de joven.
Actualmente, imparte charlas y cursos de fotografía allí donde se le contrate.
En septiembre de 2018 se inauguró en su localidad natal, Puertollano, un museo municipal que lleva su nombre, el único de todo el mundo dedicado a la artista.
Fuente:
Profesor de fotografía. Gustavo Bravo.
La "Espana Profunda", mejor título... IMPOSIBLE
ResponderEliminarUn retrato muy fiel de la España de la segunda mitad del siglo XX. Aún quedaban (quedan) muchos aspectos de la España profunda, sí.
EliminarUn abrazo, Alí.